La toxina botulínica es una neurotoxina citoplasmática que se viene utilizando desde hace años en oftalmología como agente terapéutico. Determinadas formas de estrabismo, el blefaroespasmo esencial, el espasmo hemifacial y las arrugas glabelares constituyen las principales indicaciones. La quimiodenervación producida por la toxina botulínica se ha convertido también en una opción terapéutica útil e imprescindible a nivel cosmético para el rejuvenecimiento facial, ya sea utilizada sola o combinada con otras técnicas, extendiendo su uso para tratar las arrugas dinámicas del tercio superior facial, ptosis y asimetrías de la ceja.
Además de las indicaciones señaladas, en la actualidad está aumentando el número de aplicaciones en el campo de la oculoplastia, dentro de las cuales cabe destacar:
–Entropión espástico de párpado inferior que se presenta de forma intermitente debido a una hiperactividad del músculo orbicular. Su aplicación en la porción pretarsal del orbicular inferior es una alternativa temporal a las técnicas quirúrgicas empleadas habitualmente.
–Tarsorrafia química. Su infiltración en el músculo elevador del párpado superior provoca una ptosis palpebral más o menos completa en función de la dosis de toxina empleada. Las ventajas que tiene en comparación con la tarsorrafia quirúrgica son: la facilidad para exploraciones oftalmológicas, facilidad de aplicación de fármacos tópicos, las patologías con carácter temporal y que no se altera el borde libre palpebral.
-Retracción palpebral superior asociada a oftalmopatía tiroidea. La inyección por encima del borde superior del tarso va a provocar un debilitamiento del músculo de Müller, la causa de la retracción. Es una alternativa para los casos en lo que no existe una estabilidad hormonal o si el paciente no desea cirugía.
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