Esta semana me gustaría hablaros sobre las posibles consecuencias psicológicas que el síndrome de ojo seco (SOS), puede tener sobre los pacientes que la padecen.
Para ello os comento un meta-análisis realizado por los doctores Wan, Chen y Young, de la Universidad de Hong Kong, publicado recientemente en la revista Eye que evalúa la asociación entre el SOS y la ansiedad y la depresión.
Como ya hemos comentado en otros post, el SOS es una compleja enfermedad multifactorial de la película lagrimal y la superficie ocular que se acompaña de inflamación y un aumento de la osmolaridad e inestabilidad de la película lagrimal. Da lugar a una irritación ocular crónica con sensación de cuerpo extraño e incluso visión borrosa, por lo que pueden afectar a las actividades cotidianas y la calidad de vida de los pacientes. Se sabe que a menudo existe una disociación entre los síntomas y los signos que presenta el paciente. Además, el SOS se asocia a otras enfermedades que cursan con dolor crónico y que pueden producir depresión.
Los autores realizaron una búsqueda bibliográfica en las bases de datos MEDLINE, EMBASE, PsyclINFO, ClinicalTrial.gov y World Health Organization International Clinical Trials Registry Platform para encontrar estudios que incluyeran criterios diagnósticos de SOS, depresión y ansiedad y basaran sus objeticos en la prevalencia, incidencia y severidad de la depresión y ansiedad en pacientes con y sin SOS.
Encontraron un total de 22 estudios adecuados que incluían un total de 2.980.026 pacientes. Realizando un análisis estadístico con el software Review Manager de los datos obtenidos de estos estudios, se vio que el SOS se asocia significativamente con la depresión (odds ratio 2,92, 95% intervalo de confianza: 2,13-4,01, P<0,00001) y con la ansiedad (odds ratio 2,80, 95% intervalo de confianza: 2,61-3,02, P<0,00001) con respecto a controles sanos. Además, se observó que el grado de depresión (diferencia media estandarizada = 0,81, 95% intervalo de confianza: 0,48-1,15, P<0,00001) y el grado de ansiedad (diferencia media estandarizada = 0,37, 95% intervalo de confianza: 0,10-0,64, P=0,007) fueron mayores en los pacientes con SOS. Realizando un análisis de subgrupos, dentro de los pacientes con SOS se vio que estas puntuaciones fueron mayores en los pacientes con síndrome de Sjögren primario.
El disconfort ocular crónico podría afectar negativamente a los procesos cognitivos, al sueño, al humor y a la salud mental, lo que podría agravar la depresión y ansiedad.
A su vez, algunos estudios han descrito que en pacientes depresivos existe un aumento de los síntomas de ojo seco, pero no de los signos. Por tanto, podría ocurrir una somatización que aumentase los síntomas de ojo seco ya que estos pacientes tienen una percepción diferente del dolor.
Además, el efecto anti-colinérgico de muchos de los fármacos que se utilizan para tratar la depresión y la ansiedad puede empeorar el estado de la película lagrimal y el ojo seco. De esta forma el ojo seco y la depresión podrían entrar en un “círculo vicioso”.
En conclusión, la prevalencia de depresión y ansiedad en casi 3 veces mayor en pacientes con ojo seco con respecto a personas sanas. Este estudio demuestra que el ojo seco se asocia con la depresión y la ansiedad, pero lo inverso también podría ser cierto. Por tanto, como oftalmólogos debemos tener en cuenta las posibles comorbilidades psicológicas de los pacientes con ojo seco para comprender mejor la fisiopatología de esta compleja enfermedad poder hacer un mejor manejo de ella.
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Bilbiografía:
Wan KH, Chen LJ, Young AL. Depression and anxiety in dry eye disease: a systematic review and meta-analysis. Eye (Lond). 2016 Dec;30(12):1558-1567