Ya hablamos en un anterior blog de la variante visual del Alzheimer. Hoy abordamos de nuevo esta patología porque un grupo de investigadores del Centro Médico Cedars-Sinai en Los Ángeles, California; puede proporcionar una herramienta clínica significativa de evaluación de los pacientes para el diagnóstico, monitorización y respuesta al tratamiento médico.
Las distintas formas de demencia, entre las que se incluye la enfermedad de Alzheimer, son graves trastornos que causan problemas visuales en las personas de edad avanzada. La patología de la enfermedad de Alzheimer incluye la acumulación en el cerebro del péptido β-amiloide, en forma de placas seniles y de proteína tau anormalmente fosforilada en forma de ovillos neurofibrilares. Se ha documentado un amplio espectro de problemas visuales en pacientes con Alzheimer, entre los que se incluye la pérdida de agudeza visual, alteraciones en la visión de color y el campo visual, cambios en la respuesta pupilar ante midriáticos, problemas de fijación así como movimientos oculares sacádicos y de seguimiento anormales; cambios en la sensibilidad al contraste y en los potenciales evocados visuales; y alteraciones de algunas funciones visuales complejas, tales como la lectura, la función visuoespacial, y a la hora de nombrar y de identificar objetos. Muchos de estos cambios no están exentos de cierta controversia, puesto que en la literatura científica aparecen datos contradictorios al respecto y, además, no hay ninguna característica visual u ocular en la que se pueda basar el diagnóstico del Alzheimer. Además, se ha observado que algunos de los cambios patológicos que aparecen en el Alzheimer afectan al ojo, a la vía óptica y al córtex visual. Si se sospecha que existen signos y síntomas de la enfermedad, la ayuda en la optimización de la función visual contribuirá a mejorar su calidad de vida.
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