La visión frágil. Identificación de barreras en Baja Visión por pérdida visual leve

Javier Sebastián

Javier Sebastián

Sección optometría clínica y baja visión.

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Con el paso de los años las patologías oculares se detectan en un estado más precoz, ya sea por una mejora en los hábitos de los individuos o por los avances tecnológicos en el diagnóstico. Por una parte, cada vez hay más personas conscientes de que deben realizar una revisión ocular cada año mientras que la sofisticación de los medios tecnológicos permite detectar las patologías en estados incipientes. Gracias a esta detección precoz muchas patologías oculares han pasado de ser devastadoras (causando ceguera o baja visión severa) a convertirse en crónicas (con diferentes estadios de la enfermedad). Así pues, se han creado nuevos conceptos para definir el resto visual de las personas con enfermedades incipientes o con menos impacto que la baja visión. Así aparece la visión frágil.

 

La baja visión: una definición estandarizada

Una persona padece baja visión, según la OMS, “cuando tiene una agudeza visual (AV) inferior a 6/18 (0,3 decimal) en el mejor ojo con la mejor corrección posible, o un campo visual menor o igual a 10 grados desde el punto de fijación, pero que usa, o puede llegar a usar potencialmente la visión para planificar y realizar una tarea”. La baja visión, además, se divide en los siguientes niveles:

 

——————————–Agudeza Visual——————–Campo Visual

Baja visión leve:               Igual o superior a 0,3                       59%-50%

Baja visión media             Entre 0,3 y 0.2                                  49%-30%

Baja visión severa             Entre 0,1 y 0,05                                29%-10%

Ceguera legal                     Menor que 0,05                            Menor de 10%

————————————————————————————-

 

Por los motivos anteriormente expuestos, la curva de pacientes valorados por los especialistas en baja visión se está invirtiendo. Si años atrás llegaban a las consultas pacientes a los que ya les quedaba un resto de visión muy bajo con pocas expectativas de mejorar (con ceguera legal o baja visión severa) en los últimos años la tendencia se ha invertido: cada vez más son los pacientes que llegan en un estado incipiente de la enfermedad (DMAE debutante, glaucomas leves, retinopatías diabéticas…). En ocasiones estos pacientes, a los que las dolencias ya les impactan en el día a día reduciendo su nitidez visual, no encajan en ninguna de las categorías en las que se divide la baja visión. Así nace la visión frágil.

 

 

¿A qué llamamos visión frágil?

Se considera que sufren visión frágil todas aquellas personas que han visto disminuida su visión funcional. Ésta es la que toda persona usa cuando desarrolla tareas del día a día, como trabajar, leer o conducir. Los test clásicos de agudeza visual, diseñados para pacientes con menor agudeza visual, son ineficaces para detectar la visión frágil, pues se basan en optotipos de alto contraste con niveles altos de iluminación. Una situación que en poco se asemeja a las condiciones del día a día de dichas personas. Cabe remarcar que una disminución de la visión funcional impacta directamente en la calidad de la visión del paciente y, por lo tanto, en su calidad de vida.

 

¿Cómo reconocemos la visión frágil?

Hay tres síntomas principales para reconocer a un paciente con visión frágil

  • Falta o pérdida de sensibilidad al contraste: Necesidad de aumentar la iluminación
  • Fotofobia: Deslumbramiento excesivo
  • Inestabilidad de fijación

Estos síntomas pueden alterar diferentes áreas de la visión (retina, nervio óptico, área visual del cerebro…) y son causados por diferentes patologías, o una combinación de ellas, como maculopatías, glaucomas o retinopatías. La rápida identificación de los síntomas por parte del paciente acelera un diagnóstico eficaz.

 

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Cuando un paciente llega con los síntomas anteriormente descritos debe ser derivado a un oftalmólogo para su diagnóstico. Una vez diagnosticada la patología causante, el especialista en baja visión debe iniciar un proceso seguimiento  y la adaptación de las ayudas al resto visual del paciente en cada momento. El primer paso es realizar una  una valoración del estado y los objetivos visuales del mismo. El objetivo es ir adaptando las ayudas visuales a sus necesidades cotidianas, empezando por ayudas sencillas como gafas de cerca con luz, gafas potentes para ampliar la imagen retiniana o gafas con filtros selectivos para el deslumbramiento. Ir adaptando y rectificando las ayudas ópticas en posteriores visitas es clave para encontrar las más adecuadas, que permitirán al paciente aprovechar al máximo su visión funcional, ganar confort y seguridad.

La identificación de barreras modificables para la Rehabilitación de la Baja Visión puede informar los esfuerzos para mejorar el manejo de la práctica de pacientes con Baja Visión, a través de programas educativos dirigidos para optometristas que no ofertan servicios de Baja Visión.

La pérdida de visión leve (20/25 a 20/70) está aumentando en prevalencia entre el envejecimiento de la población, sin embargo, no está claro si se están abordando las quejas cercanas a la lectura (la principal queja principal que se presenta). Actualmente, faltan estudios sobre la provisión de servicios de Baja Visión por parte de optometristas. Este estudio que analizamos hoy,  aclaró los patrones de práctica optométrica autoinformados para pacientes con pérdida de visión leve.

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Encuestas anónimas fueron completadas por 229 optometristas practicantes en todo Estados Unidos. La encuesta indagó sobre la frecuencia de proporcionar Rehabilitación de Baja Visión para pacientes con pérdida de visión leve y las principales barreras que les impiden ofrecer el manejo de Rehabilitación de Baja Visión (incluidas ayudas ópticas o derivación).

En comparación con los que practican Rehabilitación de Baja Visión de forma moderada, el doble de optometristas (2.08 ×) que no atienden servicios de baja visión informaron que nunca prescriben una potencia de lectura cercana a 4 Dioptrias o mayor para la pérdida de visión leve (P <.001). Entre aquellos que no practican Baja Visión , 39 y el  11% indicaron que nunca prescriben estrategias de manejo de Rehabilitación de Baja Visión para pacientes con agudeza visual de 20/25 a 20/40 y 20/50 a 20/70, respectivamente. Las dos barreras más comúnmente reportadas para ofertar servicios de baja Visión  indicadas por aproximadamente la mitad de los encuestados fueron “el precio del examen visual y/o las ayudas ópticas de Baja Visión” y que “los pacientes no están interesados ​​o no irían a un examen Baja Visión”. Casi un tercio de los proveedores informaron que “no es factible almacenar lupas en la oficina”.

En conclusión, un grupo considerable de profesionales que no ofertan servicios de Baja Visión puede no estar atendiendo las necesidades de visión cercana de pacientes con pérdida de visión leve.  Varias de las principales barreras reportadas son potencialmente modificables a través del desarrollo de programas educativos específicos.

 

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U.S. Optometrists’ Reported Practices and Perceived Barriers for Low Vision Care for Mild Visual Loss. Malkin Ag, Ross NC, Chan TL, Protosow K, Bittner AK Optom Vis Sci 2020 Jan;97(1):45-51. doi: 10.1097/OPX.0000000000001468.

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