Los médicos que tratamos enfermedades de la retina a menudo olvidamos los aspectos psicológicos de muchos de nuestros pacientes, a veces afectados de una pérdida visual severa.
La depresión es una enfermedad incapacitante en sí misma que reduce las actividades diarias del paciente. Si ya una pérdida visual severa lo produce, esto podría venir agravado por una depresión asociada.
El National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES) realizado entre 2005-2008 ha realizado un estudio transversal donde demuestra una asociación entre personas con pérdida visual y depresión en 10.480 adultos mayores de 20 años (Xinzhi Zhang y col, JAMA Ophtalmol, 2013). Estudios previos habían investigado esta asociación pero centrándose solo en personas de edad avanzada.
El método que utilizaron fue un cuestionario con nueve puntos para evaluar en una escala la depresión. La pérdida visual fue evaluada mediante un examen de agudeza visual y un cuestionario para evaluar la pérdida visual subjetiva.
Encontraron una asociación entre la aparición de depresión y pacientes con baja función visual percibida (prevalencia de depresión de 11,3% en pacientes con baja función visual subjetiva, frente a una prevalencia de 4,8% en personas sin ella, odds ratio 1.9). Sin embargo, no encontraron una diferencia estadísticamente significativa entre depresión y una agudeza visual evaluada objetivamente de menos de 0,5 en el mejor ojo.
Parece recomendable tener en consideración esta asociación, ya que puede ser necesario un apoyo psicológico de muchos pacientes con baja visión para mejorar su calidad de vida y facilitar los cuidados que proporciona su entorno familiar.
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