Es la pregunta que hace el Dr. Prem S Subramanian en el último editorial de la revista especializada British Journal of Ophthalmology (1). En dicho editorial analiza un artículo publicado en el mismo número por el Dr R Naylor y colaboradores que recoge las prácticas que llevan a cabo de forma protocolizada ante una amaurosis fugax los oftalmólogos de determinada institución sanitaria.
La amaurosis fugax consiste en una ceguera monocular transitoria. Se puede considerar una forma de accidente isquémico transitorio (TIA) y se ha asociado con un incremento en el riesgo de sufrir un infarto hemisférico cerebral. El Dr. Naylor recomienda que ante un diagnóstico de amaurosis fugax, el oftalmólogo debe prescribir de forma inmediata un tratamiento antiagregante y con estatinas (fármacos para bajar el colesterol) y remitir al paciente a una consulta especializada en TIA (en menos de 1 semana) para tratamiento médico y para descartar una placa de ateroesclerosis en las arterias carótidas del cuello (mediante valoración clínica y con un doppler carotídeo). De este modo se reduciría significativamente el riesgo de sufrir un infarto cerebral.
De todas formas el Dr. Suramanian considera que el riesgo de un infarto cerebral es menor en los casos de amaurosis fugax que en los casos de TIA tal como reflejan algunos estudios realizados en Norteamérica (estudio NASCET).
También hace énfasis en que no todos los casos de amaurosis fugax son de naturaleza embólica. Por ejemplo, pueden producirse vasoespasmos transitorios en pacientes con migraña o con otros desórdenes vasculares como hipertensión.
(1) Prem S Subramanian, Br J Ophthalmol; 2014; 98: 719-720
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