En el tratamiento de uveítis no infecciosas graves (sobre todo uveítis posteriores o uveítis intermedias) con frecuencia se requieren fármacos inmunosupresores con el fin de utilizar la mínima cantidad posible de corticoides (por los efectos adversos que el uso prolongado de éstos conlleva). Habitualmente, el primer fármaco que se asocia a los corticoides es la ciclosporina A (un fármaco inhibidor de células T) . Pero si no es suficiente para el control de la inflamación, el segundo paso es asociar a los corticoides y la ciclosporina A un fármaco de los pertenecientes al grupo de los antimetabolitos (metotrexate, azatioprina o micofenolato de mofetilo). Aunque algunos expertos recomiendan sustituir la ciclosporina por uno de estos fármacos en lugar de asociarla. Por fin, como tercer y último paso, si lo anterior no fuera suficiente, se recurre a la terapia biológica: infliximab o adalimumab.
Se han publicado algunos estudios retrospectivos que indicaban una mayor eficacia del micofenolato de mofetilo frente a metotrexate para el control de la inflamación en uveítis no infecciosas, pero recientemente hemos conocido los resultados de un estudio multicéntrico prospectivo (1) que ha demostrado definitivamente que el metotrexate consigue el control de la inflamación en el 69% de los pacientes con uveítis no infecciosas intermedias, posteriores o con panuveítis frente a un control del 47% obtenido con el micofenolato de mofetilo. Por consiguiente, el metotrexato se consolida como el segundo paso en el tratamiento de las uveítis endógenas que no responden a ciclosporina A.
(1) SR Rathinam et al. A randomized clinical trial comparing methotrexate and mycophenolate mofetil for noninfectious uveítis. Ophthalmology 2014, artículo en prensa.
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